Analisis Triumph Street Triple 675

1) Por los ojos:
Para empezar, creo que hay que aclarar que esta moto (como su hermana mayor, la Speed) es de esas que o te encantan, o te repelen por su personalísima estética; difícil es que dejen a nadie indiferente. Evidentemente, a mí me atraía y me atrae muchísimo. Pese a usarla a diario prácticamente como una herramienta de trabajo, me sigue emocionando sólo de mirarla. Su frontal tiene esa ya mítica estampa con su doble faro paralelo cromado, seña de identidad de los productos más pasionales de la marca inglesa. Esto, viene inspirado de aquellas R´s japonesas de finales de los ochenta y principios de los 90 a las que muchos usuarios les daban un “toque personal” quitándoles el carenado y cambiándoles los semimanillares por uno tipo motocross. Esto era algo que parece que era bastante habitual en Inglaterra, pero la verdad es que yo recuerdo a muchos que hacían algo parecido en nuestra tierra con aquellas GSX-R y ZXR...

En cuanto al resto del diseño, resulta agraciado la mires por donde la mires. El radiador viene bien rematado con unas tapas laterales de plástico que ayudan a integrarlo en el diseño general y en las que se anclan los intermitentes delanteros, de formas modernas y transparentes. El sillín es de una pieza, bastante cómodo para el piloto (salvo que quieras dedicarte a viajar con ella), pero bastante menos para el pasajero, y no te sitúa demasiado alto. El chasis es prácticamente el mismo de la supersport Daytona, así como el precioso basculante (aunque a mí me hubiera gustado más el monobrazo de la Speed), ambos de aluminio. Los escapes son unos 3-1-2, con salida por debajo del mini-colín trasero, que algo de calor dan, como suele ser habitual en estos casos, pero que a mí no me llega a molestar. No obstante, en cuanto a temperatura, lo peor viene del propio motor hacia nuestras piernas, que van bien caldeaditas.




2) Equipamiento:
En cuanto a su parte ciclo, decir que monta suspensiones sencillas, sin regulación en la horquilla invertida delantera Kayaba (aunque dicen que bastante bien puesta a punto, yo no tengo gran capacidad para apreciar esto) y monoamortiguador trasero solamente regulable en precarga. Los frenos me parecen bastante buenos, aunque no puedo comparar más que con mi antigua custom la Suzuki Savage, y frente a aquella, cualquiera sale bien parada en ese apartado… je, je.
Algún compañero le ha cambiado a su Street la bomba de freno por una radial y dicen que se nota una mejoría, sobretodo en tacto y progresividad, pero yo ni idea.

Otros detalles de equipamiento destacables son las válvulas de hinchado laterales en las ruedas, cableado metálico de los frenos –“inextensibles”, dicen-, indicadores luminosos de sobre-régimen programables, o el ordenador de abordo. Las luces son fijas desde que das el contacto, aunque creo que hubiera sido mejor que sólo se encendieran tras la ignición de motor, vista la demanda de corriente que requiere (y que puede estar a la base de los problemas que he estado sufriendo). Otro aspecto a destacar en negativo es que no cuenta con indicador de nivel de combustible, sólo con chivato de reserva. Además, bajo el asiento apenas hay espacio para un antirrobo de disco, y la moto viene “pelada” de herramientas.

Tras la compra, tan sólo le he añadido un –necesario- guardabarros trasero original, y unos topes anticaída de la marca Rayza.





3) El corazón:
El motor es, sin duda, lo más destacable de esta moto. Es un verdadero prodigio de elasticidad. Puedes dejarla caer de vueltas hasta las 2000 rpm o menos en sexta, enroscar y salir para delante sin titubeos ni “baches” destacables. ¡Comprobado!
Eso, para quienes la utilizamos a menudo para movernos en ciudad o no somos de los que nos gusta ir subidito de vueltas para disfrutar, es una enorme ventaja. Eso sí, no hay que llevarse a engaños: es una moto “seria” a la hora de tratar de buscarle las cosquillas; la facilidad para manejarse con ella no va reñida con su comportamiento deportivo. Yo desde luego, no tengo nivel para extraerle la quintaesencia a su fantástico motor tricilíndrico de 675 c.c., y no suelto una rodilla en una curva ni aunque me la queme con el motor, pero puedo asegurar que es un auténtico pepino. No sólo tiene unos buenos bajos y unos mejores medios; en alta se mide sin complejos a las mejores tetracilíndricas de su segmento, si bien no llega a estirar tanto como ellas.

Dicen que el motor de tres cilindros ofrece un compromiso entre la respuesta en bajos de un bicilíndrico, y la estirada y suavidad de un tetra. La verdad es que con respecto a estos últimos no es tan suave, pero bastante mejor que una bicilíndrica. Son 108 caballos los que entrega la señorita, y con un peso líder en su categoría (hasta la llegada de la nuevísima Monster), es un juguete muy pero que muy serio. En cuanto a consumos, creo que está en la media de la categoría: yo la uso mucho en ciudad y entre atascos y autopista, y con alguna “enroscada” de vez en cuando en recta, y el consumo medio suele quedarse en los 6 litros o menos.

Ah! Y no podía dejar de mencionarlo: el sonido de su motor es especial, de esas motos que cuando la oyes llegar ya sabes de qué modelo se trata sin verla. Emite un zumbido de avión hasta medio régimen, y un estimulante rugido a partir de ahí. Hay quienes optan por cambiarle los escapes, pero a mí tanto su sonido como su estética me satisfacen suficientemente… al menos de momento.



4) Sensaciones:
Creo que ya ha quedado claro que yo de piloto tengo bien poco, por lo que mis impresiones a su mandos, y contando sólo con la experiencia previa de un custom de potencia contenida (eso sí, durante 7 años) son bastante limitadas. Puedo decir que es una moto que en los 5 meses que llevo con ella, no me ha transmitido sino buenas sensaciones. En cuanto salí del concesionario, a los pocos minutos ya me sentía cómodo con ella.
Si no se tiene experiencia con motos potentes, el tacto del acelerador puede resultar bastante delicadillo, al menos lo ha sido para mí. Y esto, rodando entre el tráfico o con pasajero, puede resultar bastante poco agradable. Pero en fin, supongo que depende de las “manitas” del conductor.
Ya he dicho que su frenada me ha resultado por el momento bastante efectiva, demostrando seguridad y estabilidad del resto del conjunto cuando he tenido que efectuar alguna detención brusca.
Su ligereza y carácter del motor invitan a disfrutar en curvas con ella, y aunque no he tenido demasiadas ocasiones para hacerlo, las sensaciones que transmite son bastante fiables y agradecidas, viéndose limitadas más por mi inexperiencia que por otra cosa.
En ciudad, lo dicho: su motor ayuda mucho a no sufrir en atascos, así como su posición de conducción no forzada. Lo peor viene de un radio de giro bastante escaso, lo que también limita para manejarla en parado: ¡menos mal que no pesa mucho!


5) Para finalizar:
Con respecto a otros aspectos como el servicio postventa y demás, hay que tener claro que se trata de una marca minoritaria en cuanto al sentido positivo (exclusividad) y al menos positivo: poco personal especializado para trabajar con estas motos, y una distribución de repuestos y accesorios por lo que parece, bastante lenta. No es de extrañar, pues el tiempo de espera para hacerse actualmente con una Triumph Street Triple nueva está sobre los ¡¡4 meses!!

El trato en el concesionario de Tenerife es correcto, pero por lo que respecta al personal mecánico, dejan bastante que desear… y llevo sólo 5 meses con esta moto: por lo visto, un mecánico se va de vacaciones y no hay nadie más que sepa lidiar con tu moto, siquiera para diagnosticar un problema eléctrico. A esperar se ha dicho, y si encima hay que pedir algún recambio a Inglaterra…a desesperar.

La verdad esque no está nada mal la motito, me gusta